domingo, 9 de septiembre de 2012

El Voto a los 16 y el "derrame" nacional y popular


La modificación legislativa que permitirá el voto de los jóvenes a partir de los 16 años es una iniciativa gananciosa y conveniente. Conviene al Kirchnerismo, conviene a la política y nos conviene a todos nosotros como sociedad.

Primeramente, digamos que la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) fue incorporada al derecho interno por conducto de la Ley 23.849 y actualmente, luego de la reforma de 1994, tiene jerarquía constitucional ―vale igual que la Constitución― junto a otros instrumentos internacionales (art. 75, inc. 22, CN).

La CDN considera niño a todo menor de 18 años, y en su articulado se establecen principios rectores (el interés superior del Niño) y un conjunto de obligaciones a cargo de los Estados Parte tendientes crear las condiciones para el desarrollo y el disfrute de sus derechos. En el aspecto educativo, por ejemplo, el art. 29 de la CDN señala como objetivos "Desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades" y "Preparar al niño para asumir una vida responsable en una sociedad libre".

La doctrina más moderna se asienta en un dato de la realidad innegable, cual es el desarrollo progresivo de la capacidad de los menores, lo que ha dado en llamarse "principio de capacidad o autonomía progresiva", básicamente se centraliza en reconocer que el niño, a medida que crece, adquiere discernimiento para comprender el sentido de sus acciones, con lo cual se quiebra la tradicional y tajante división minoridad-mayoría o capacidad-incapacidad: la visión más moderna y dinámica es entender la capacidad como algo progresivo derivado de la madurez gradual.

Hay muy buenos artículos en internet, pueden googlearlos poniendo "principio de capacidad progresiva" y se van a dar cuenta que hay un cambio de paradigma, que se profundiza cuando se sanciona la Ley 26.061 de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes. Se reemplaza la doctrina de "situación irregular" (mirada tutelar y asistencialista) por la doctrina de "protección integral" donde se atiende a la implementación y ejecución de políticas públicas para satisfacer, proteger y garantizar derechos; pero, también para ejercerlos: el niño deja de ser una cosa y se convierte en sujeto autónomo con capacidad "progresiva" de acuerdo a su madurez y grado evolutivo

Es interesante repasar que la Ley 26.061 de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes se inició en la Cámara de Diputados donde se discutieron varios proyectos entre los cuales estaba el que firmaron "Chiche" Duhalde y Carlos Ruckauf que mantenía la vieja concepción de tratar a los menores como incapaces y sujetos pasivos, todo inspirado en el sistema tutelar represivo. Por suerte se presentaron otros proyectos y hubo dictámenes en minoría que se revisaron en el Senado. Volvió y salió el texto definitivo.

Aquella discusión legislativa muestra a los mismos personajes conservadores manteniendo las mismas ideas que se escuchan hoy en día para oponerse al voto de los jóvenes. O sea, no es nuevo el asunto. Las mismas voces que no quieren que la juventud participe porque los pibes les pasan por arriba. Esa es la realidad. Manejan computadoras, celulares, redes sociales, están al tanto de las frivolidades de la TV y de la música. El Estado les entrega netbooks y ahora se interesan en la política.

Ya en ese momento (estamos hablando del 2004) se discutía la franja etaria porque uno de los proyectos señalaba "Se entiende por niño y niña toda persona con menos de doce años de edad. Se entiende por adolescente toda persona con doce años o más y menos de dieciocho años de edad" (proyecto de Laura Musa, Marcela Rodríguez, y Adrián Pérez). Por lo tanto, no es novedoso que se discuta la edad para el ejercicio de ciertos derechos, en este caso es la posibilidad de votar (sin obligación) a partir de los 16 años.

Para terminar con el aspecto legal y constitucional, digo que la Oposición está muerta si quiere plantear el debate en ese terreno.

Ahora bien, por supuesto que la cuestión política es lo más decisivo, no en votos sino el rédito que con esta iniciativa obtiene el Kirchnerismo y nosotros como sociedad.

En primer lugar digo que esta iniciativa es, evidentemente, una respuesta política a la antipolítica ejercida en la CABA por el gobierno porteño del PRO. Es constante que ellos y sus aliados mediáticos juegan al desgaste y al hartazgo de la sociedad, al "que se vayan todos", a la desvalorización de la política como herramienta del Pueblo, a la denostación de los jóvenes y de la participación política en general. Llegan a tal grado de bajeza que no trepidan en ofender a la propia institución presidencial, como ha quedado en evidencia con la tapa de una revista de tirada nacional.

En segundo lugar porque hay que darse cuenta que la reconstrucción de nuestro país y la continuidad de un proyecto de país al servicio del pueblo sólo puede hacerse involucrando e incorporando a los jóvenes. Este criterio se desprende de las propias palabras de Cristina cuando habló en los actos de Vélez y Huracán. "Ese es el gran desafío que tenemos hoy los argentinos y que tienen los jóvenes: cómo hacer para que tanta lucha no sea en vano", dijo Cristina en Huracán.

Las políticas públicas implementadas son importantísimas (AUH, PROCREAR, NACER, SUMAR), pero deben estar ligadas a una idea de continuidad que no dependa del liderazgo de Cristina. Quisiera reforma y reelección, pero seamos sinceros, estamos lejos de los dos tercios en las cámaras legislativas.

Por último, quiero aportar un elemento para el debate y es la idea del "derrame" nacional y popular. A diferencia de la engañifa neoliberal donde se declamaba ―teoría del derrame― que "el mercado" iba a derramar prosperidad, la implementación del voto no obligatorio desde los 16 plantea una multiplicidad de situaciones en el seno del grupo familiar.

Estarán los jóvenes que en los centros urbanos se dejarán llevar por el discurso de los medios monopólicos. Seguramente no irán a votar porque su individualismo y apatía actuarán como barreras; serán presas fáciles del discurso antisistema y antipolítico que se pregona desde el PO de Altamira y el PRO de Macri.

Estarán los jóvenes de los sectores populares que ―con conciencia o sin ella― irán a votar para sostener al Kirchnerismo porque se dan cuenta que es la única fuerza política de la que se puede esperar algo; y porque "algo" es tener expectativa de que se puede progresar.

Estarán los jóvenes caracterizados por Miguel Torres Del Sel cuando dijo que el incremento del embarazo adolescente se debía a la AUH. Triste pero cierto en casos puntuales. Ellos votarán para sostener nuestro Gobierno.

Estarán los jóvenes rebeldes que no tolerarán a sus padres diciéndoles que tienen que votar al conservadurismo en sus diferentes formas. Dirán que sí, y en el cuarto oscuro sostendrán a nuestro Gobierno.

Estarán los jóvenes que aman a sus padres y cuyos padres los aman. Son los grupos familiares fuertes y cohesionados. Tienen racionalidad y están informados. Ellos saben que éste es el mejor Gobierno que ha tenido la Argentina en mucho tiempo. Ellos votarán por nuestro Gobierno del mismo modo que lo hicieron en 2011.

Pero fundamentalmente estarán los chicos y chicas de 10, 12 y 15 años.
Ellos verán a sus hermanos yendo a votar ―o no yendo― y se prepararán para discutirles cómo y por qué hacerlo. Hablarán sin tapujos como ocurre entre hermanos. Discutirán y expresarán su opinión. Dirán que no hay diferencia, que sus hermanos mayores son tan boludos como ellos.

Eso se llama "derrame". Derrame de democracia, derrame de participación, derrame de política. Es construir ciudadanía. Es mirar al futuro.

Es "derrame" pero nacional y popular, cualquiera sea la posición ideológica que los chicos tengan.

Es el mejor antídoto contra la antipolítica y es el mejor reaseguro que tenemos nosotros como sociedad; porque esos chicos serán los que nos van a cuidar ―o no― en nuestra ancianidad.

"Dichosos los pueblos de la América Latina si los jóvenes de la nueva generación descubren en sí mismos las fuerzas morales necesarias para la magna obra: desenvolver la justicia social en la nacionalidad continental" (José Ingenieros, Las Fuerzas Morales).

Hasta la próxima.