sábado, 6 de agosto de 2011

Eugenio Raúl Zaffaroni, personas, emblemas y objetivos

Es indiscutible que la llegada de Néstor Kirchner a la Presidencia constituyó un cambio de rumbo respecto de todo lo que se venía haciendo en materia de política y administración general de nuestro país. Varias de sus iniciativas fueron diametralmente opuestas a la impotencia, cohabitación, cooptación y sumisión que caracterizaron a las administraciones presidenciales anteriores.
Sea por falta de convicción o por incapacidades (subjetivas u objetivas), Alfonsín, Menem, De La Rúa y Duhalde, optaron por gerenciar/mediar en los conflictos políticos, económicos y sociales sin rozar las estructuras heredadas de la Dictadura. No les importó asumir el costo político de sus respectivos gerenciamientos y así les fue: hiperinflación, hiperdesocupación, implosión y agotamiento.

Kirchner tiene en su haber varias iniciativas y hechos emblemáticos de ejercicio de poder político: desplazamiento de Brinzoni y la cúpula militar, política de derechos humanos, desendeudamiento, alejamiento del FMI, políticas keynesianas de fortalecimiento del mercado interno, rescate de las cuasimonedas (lecops, patacones, etc.), recuperación de leyes laborales.

La década del 90 se caracterizó por el copamiento de la CSJN con ministros cuyos criterios jurídicos estuvieron enderezados a la consolidación del modelo neoliberal; los medios de comunicación la bautizaron como "la Corte adicta" y sus jueces que notoriamente votaban en el mismo sentido como "la mayoría automática".

Kirchner también supo tomar iniciativas respecto de la CSJN autolimitando su facultad para designar sus jueces y estableció un mecanismo de consulta para tal fin. La renuncia de Julio Nazareno permitió poner en práctica ese mecanismo respecto de Eugenio Raúl Zaffaroni quien fue propuesto por el Poder Ejecutivo para ocupar la vacante producida.
Desde el vamos, la nominación de Zaffaroni tuvo la férrea oposición de los sectores más reaccionarios de inocultable vinculación con la Dictadura y el Neoliberalismo; fueron llamativas las impugnaciones particulares plasmadas en "once modelos idénticos en contenido y tipografía" con diferentes firmas. Fueron 270 cartas "en serie" atribuidas a la Fundación Bicentenario que apenas pidió su inscripción el 11 de julio de 2003 es decir 9 días después de la conocerse la nominación de Zaffaroni.

En septiembre de 2003, Cristina ya tenía claro que: "El tema (en la Corte) no es Zaffaroni o el juicio a Moliné. Me parece que lo que hay que discutir es el modelo de Justicia que se quiere para un país".
Por su parte, en la audiencia que se llevó a cabo en la Cámara Alta, el Senador Jorge Yoma (PJ-La Rioja) denunció la existencia de una "campaña de desprestigio" montada por "sectores vinculados con grupos económicos relacionados con las concesionarias de servicios públicos". Yoma acusó al abogado Víctor Fernández Pelayo de enviar vía correo electrónico "instrucciones de cómo hacer una impugnación contra Zaffaroni, con formularios a llenar, explicación doctrinaria y los casos a citar". Y durante la discusión en el seno del Bloque Justicialista, la cuestión política que terminó por torcer voluntades fue planteada por el Senador Miguel Pichetto cuando les dijo a sus pares: "Esta es una pulseada de poder. De un lado están la derecha, el establishment, las empresas privatizadas, y del otro estamos nosotros, los senadores de Kirchner".

A partir de estos antecedentes previos y concomitantes que rodearon la designación de Zaffaroni en la CSJN es dable advertir que la embestida mediática y la operación política montada contra él no es otra cosa que un recrudecimiento en la pelea por volver a instalar el modelo económico neoliberal y el modelo de justicia neoliberal (aquella que protege los intereses concentrados y transnacionales). Seguramente los resultados en la CABA y Santa Fe alentaron el deseo de subir la apuesta teniendo presente las urgencias económicas que sufren los países centrales. Hoy por hoy, esos países tienen serias limitaciones para exportar sus crisis económicas aunque en el pasado sí lo lograron utilizando un mecanismo que puede sintetizarse en cuatro pasos principales: 1) crisis política, 2) crisis económica, 3) sustitución o recambio del signo político gobernante, 4) salvatajes y empréstitos condicionados a "reformas estructurales".
Esas reformas "sugeridas" por los bancos y organismos internacionales de crédito incluían invariablemente la apertura de la economía al mercado y a las inversiones extranjeras, así como la desaparición de cualquier símbolo del Estado de bienestar caracterizado como "populista" por sus voceros mediáticos. Es obvio que estas medidas neoliberales requieren el abandono de las políticas económicas y sociales basadas en la industrialización y la expansión del salario y el mercado interno en los países latinoamericanos, por lo tanto, la labor de exterminio económico precisa también de tecnócratas en derecho, juristas capaces de justificar y convalidar los objetivos perseguidos.

No es raro entonces que bajo el mismo argumento de "la independencia" exista un discurso casi idéntico sobre dos instituciones clave, el BCRA y la CSJN. Respecto de ambas se pide independencia del poder político encubriéndose que el propósito es su dependencia/control por parte de los poderes fácticos.

Ya lo había dicho Mercedes Marcó del Pont ("Las propuestas del FMI implican la exportación de la crisis a los países en desarrollo") y hace poco lo volvió a ratificar Cristina ("Estamos ante el derrumbe del paradigma de los países desarrollados, y seguramente van a intentar trasladarnos la crisis a nosotros"); ahora se sumó el Presidente Santos de Colombia ("Tenemos que hacer algo juntos y pensar medidas entre todos para defendernos") alguien que no es precisamente de izquierda.

Viene a la memoria la crisis económica ("Rodrigazo") que aceleró la caída del gobierno de Isabel Perón y el Golpe Militar de 1976 cuya Dictadura encontró el terreno preparado para implementar las políticas económicas de José Alfredo Martínez de Hoz basadas en el endeudamiento, la apertura de la economía y la destrucción del aparato productivo local.

Viene a la memoria la salida del ministro de economía Bernardo Grispun cuyo intento de auditar la deuda externa y declarar la nulidad de la porción ilegítima ("Grupo Cartagena") tuvo como respuesta la presión de los acreedores, el FMI y los EEUU, quienes lograron hacer fracasar estas iniciativas en coordinación con los factores de poder local. Éstos últimos provocaron sucesivos aumentos de precios que al finalizar 1984 llevaron la inflación a 625% anual mientras que el salario real había aumentado tan solo un 35%.

Viene a la memoria la llegada de Juan Vital Sourrouille y la implementación del Plan Austral, una suerte de convertibilidad a las apuradas que congelaba precios y salarios; que resistió lo suficiente y sirvió para que en 1985 la UCR triunfara en las elecciones legislativas.

Viene a la mente el Plan Primavera, la hiperinflación y los saqueos durante los últimos meses del gobierno de Raúl Alfonsín, un verdadero golpe de mercado del que incluso Luis Majul supo sacar partido ("Por qué cayó Alfonsín, el nuevo terrorismo económico", 1990, Editorial Sudamericana).
Del mismo modo que el "Rodrigazo" le dejó el terreno servido a la política neoliberal implementada por la Dictadura, la hiperinflación alfonsinista dejaría el terreno fértil para las privatizaciones menemistas, la convertibilidad de Cavallo y el Plan Brady.

Viene a la mente el blindaje y el megacanje de De La Rúa, y los descuentos del 13% en sueldos y jubilaciones del sector público. La rueda gira y gira. La historia se repite. Crisis económica. Crisis política. Cambio de gobierno. Pero algo pasó. Kirchner no aceptó las recetas. No aceptó las políticas que pretendían exportar las crisis de los países centrales. Hizo algo imperdonable. Junto a Lula y Chávez hicieron caer una de las herramientas que -de haberse aprobado hubiera permitido- la exportación automática de las crisis a Latinoamérica: el ALCA.



Basta mirar a México para darse cuenta lo nefasto que hubiera sido para nuestras economías un tratado de libre comercio como el que se proponía implementar EEUU.

Quizás no se dimensiona, o en todo caso recién ahora, la importancia fundamental de ese hecho (el rechazo al ALCA). Lo dice Pedro Brieguer, el periodista especializado en política internacional, en el minuto 4:16 de este video de 6-7-8 que reproduce el programa salido el día que falleció Néstor:



Son cosas imperdonables para determinados sectores.

Por eso, mientras Sudamérica se prepara frente al peligro del derrumbe, el establishment local y sus francotiradores mediáticos atacan sistemáticamente personas y objetivos que representan emblemas sobre los cuales se asienta el actual gobierno "populista": se demoniza a La Cámpora como un grupo de juventudes hitlerianas, se demoniza al sindicalismo con el exhorto suizo por Moyano, con los medicamentos adulterados por Zanola, con la muerte de Mariano Ferreyra por Pedraza, se demoniza a Hebe de Bonafini con "el escándalo Shocklender", se demoniza a Estela Carlotto por la prueba de ADN que fue negativa.

Faltaba golpear sobre otro símbolo. La renovación de la CSJN y la principal figura (emblemática) de esa renovación. Por eso Eugenio Raúl Zaffaroni se convierte en objetivo. Por eso los ataques y la operación mediática y política.

Martín Granovsky entrevistó a Zaffaroni en CN23 donde explicó que el ataque va más allá de su persona (aquí está la nota de Tiempo Argentino y parte del video).



Es natural que Zaffaroni sea ovacionado como lo fue en el Teatro Centenario porque es algo que también ocurrió al poco tiempo de su nominación. En julio de 2003, en la sede de la CTERA, brindó una pequeña pero muy didáctica disertación sobre derechos humanos que mereció una ovación.

Por mi parte quiero contar que lo conocí en 1995. Él venía de ser convencional constituyente en 1994 integrando el Frente Grande de Chacho Álvarez, nosotros estábamos en ese mismo espacio y necesitábamos una firma "grossa" que nos acompañara en un pedido de juicio político contra un gobernador menemista que utilizando un decreto de necesidad y urgencia había efectuado recortes del 20 al 25 % en salarios y jubilaciones. La Constitución de esa provincia lo prohibía y promovimos amparos colectivos. Le planteamos el tema y Zaffa se vino a la Universidad a dar una disertación sobre Derecho Penal y otras verduras de la Constituyente. 


El aula magna explotó. Había estudiantes que metían la cabeza por las ventanas para escucharlo; se mandaba sus clásicas ironías y sarcasmos sobre algún tema y lo ovacionaban. Cuando terminó lo aplaudieron a rabiar. Era (es) un RockStar. Todos tenían claro que era "soltero" y a nadie le importaba. Luego fue a la conferencia de prensa. Yo preparé el escrito de juicio político de varias hojas, lo leyó como un "scan" y lo firmó, lo explicó a los periodistas con una puntillosidad que me sorprendió porque nunca le hice llegar un borrador. El Tribunal Superior (y la clase política local) sintió el peso de su visita y terminaron devolviendo los descuentos negociando que el juicio político pierda estado. Lo importante es que todos los empleados y jubilados estatales provinciales (más 60.000 personas) recuperaron la guita.
Zaffaroni fue decisivo, no cobró un centavo y se pagó el avión de ida y vuelta de su bolsillo.

Como podrán darse cuenta, tengo mis propios motivos para bancarlo y me animo a sostener que representa mucho más que un emblema del garantismo y los derechos humanos. Zaffaroni también es un emblema de resistencia contra el ajuste neoliberal.

Los factores de poder neoliberal tienen sus propios motivos para embestir contra Zaffaroni: saben que sus políticas requieren esclavos y saben que Zaffaroni es un obstáculo muy grande que sabe romper cadenas y grilletes muy fuertes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario