Ellas se miran desconsoladas, se abrazan y se dejan caer
abatidas.
Ellas -las poesías- reconocen al hombre-niño que dejará de
convocarlas.
Ellas -las poesías- recuerdan al adolescente-niño que hace
muchos años las juntó para emocionar generaciones de corazones.
Ellas están de luto.
Como nosotros que las escuchamos provenientes del talento de
sus manos y de su voz.
El Flaco, niño-adolescente-hombre, supo derramarlas y ellas
caían como la miel. Endulzando y haciendo pensar. Emocionando y latiendo.
Eran vida, eran fuego, y melancolía.
Ellas -las poesías- bien sabían que El Flaco Spinetta era el
encargado de atraerlas y arroparlas, acariciarlas como recién nacidas, y
ofrendarlas como suaves plumas flotando en el viento.
Ellas caían en el encantamiento, "su"
encantamiento, el de los acordes, sonidos, melodías; eran sus cómplices para subyugar.
Llora la muchacha y sus lágrimas humedecen papel y tiza,
pero ellas -las poesías- la rodean y le dan consuelo.
Ellas -las poesías- están de luto… pero no están de negro.
Siguen vestidas con los ropajes multicolor que el Flaco Spinetta
supo darles.
Están tristes, sí, claro que sí.
Como Yo y como Vos.
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