sábado, 26 de marzo de 2011

El 24 de marzo y el único demonio

Ese día de 1976 tenía 10 años. Poca o ninguna idea de lo que sucedía salvo que las FFAA asumían el poder con Videla a la cabeza y Martínez de Hoz en el Ministerio de Economía. Recuerdo que iba a la primaria, que había amenazas de bombas y desabastecimiento, que junto a mi hermana de 15 hacíamos colas de 2 ó 3 cuadras para comprar 1 litro de aceite y 1 kilo de azúcar por persona; varios comestibles estaban racionados y por eso íbamos los dos. Estaba vigente el Peso Ley 18.188. Recuerdo que fue un Golpe Cívico-Militar que tenía "consenso" de la población. Que luego del Golpe mágicamente terminó el desabastecimiento. Nunca me enteré de los desaparecidos hasta que en 1982, a los 16 años, salí a laburar.

Vino el Juicio a las Juntas y el Nunca Más. Se pusieron al descubierto crímenes atroces cometidos desde el Estado. Este mérito indiscutible e histórico de Raúl Alfonsín marcó a varias generaciones que a su muerte lo despidieron como El Padre de la Democracia.
Hubo, sin embargo, un costado signado por la iniquidad: la teoría de los dos demonios.

El iusfilósofo Carlos Santiago Nino se desempeñó como coordinador del Consejo para la Consolidación de la Democracia, y en su obra póstuma "Juicio al Mal Absoluto" (aquí un extracto) describió algunas de las decisiones iniciales que se tomaron tras el retorno a la democracia:

«Tan pronto como Alfonsín fue elegido, comenzó a articular claros parámetros para lo que debía hacerse. En primer lugar debía emprenderse una búsqueda inmediata del paradero de los desaparecidos. Respecto del castigo, Alfonsín impulsó tres principios que servirían como guía:
1) tanto el terrorismo de Estado como el subversivo serían castigados;
2) habría límites para quienes deben ser responsables, porque sería imposible perseguir eficazmente a todos los que cometieron delitos; y
3) los juicios deben ser limitados a un período finito de tiempo durante el cual el entusiasmo por este programa se mantuviera en niveles altos. Alfonsín también impuso metas más lejanas con la esperanza de institucionalizar mecanismos jurídicos diseñados para prevenir la violación futura de derechos humanos»


Según este relato la idea de poner en un plano de igualdad al terrorismo de Estado con las organizaciones armadas de los 70’s provino de Alfonsín, y cuando salió a la luz "Un País Al Margen de la Ley" (1992, pág. 25), Nino reiteró esa idea marcando que la sociedad argentina adolecía de una tendencia a la anomia y a la ilegalidad, poniendo como ejemplo
«la forma en que se violaron masivamente los derechos humanos en la década del 70 a través de un terrorismo de Estado que desconoció la propia legalidad impuesta por el régimen militar»
«y por medio de un terrorismo de izquierda que desconoció también todo límite ético y jurídico»


En el extracto de "Juicio Al Mal Absoluto", Nino refiere que:
«Dentro de este grupo de trabajo, redactamos una ley aprobada por Alfonsín, diseñada para limitar la responsabilidad basada en la capacidad de deliberación y en una reinterpretación de la cláusula de obediencia debida del código militar».

Como es sabido, Carlos Santiago Nino es uno de los máximos exponentes latinoamericanos de la Democracia Deliberativa por la cual se plantea un ideal regulativo basado en el debate y la discusión pública para la toma de decisiones políticas: éstas sólo pueden ser legítimas si llegan a través de una deliberación pública por parte de la ciudadanía que incluya la participación activa de todos los potencialmente afectados por tales decisiones. No debiera extrañar entonces que mencione a la capacidad de deliberación como una idea rectora en la elaboración de esos proyectos; y la circunstancia de que Alfonsín haya convocado a Nino demuestra que compartía con él las ideas de la democracia deliberativa; el estadista ejercía el poder político y llevaba a la práctica el bagaje ideológico que le proporcionaba el iusfilósofo de prestigio internacional.

La equiparación entre terrorismo de Estado y organizaciones revolucionarias se tradujo en Decretos del PEN citados por Graciela Daleo en el trabajo "Pasado y presente de la teoría de los dos demonios"; dice allí:
«En ese momento el Poder Ejecutivo, encabezado por Alfonsín, firmó dos decretos: 157 y 158. Y no es casual que el primer decreto (157) sea el que ordenaba la persecución judicial de algunos militantes de las organizaciones revolucionarias de las décadas del 60 y el 70. Después de esa persecución se ordena la de miembros de las tres primeras juntas militares y algunos otros notorios jefes represivos, dejando explícitamente afuera de la misma, lo que no es casual, a la última Junta Militar y al dictador Bignone».

La pregunta cae de maduro: ¿la Democracia Deliberativa proporcionó el sustrato ideológico a la teoría de los dos demonios?

EEUU había impulsado la Doctrina de la Seguridad Nacional la que -divulgada por la Escuela de las Américas- había provocado a partir de los 70’s la intervención de las FFAAs latinoamericanas en la política interna de sus respectivos países. Eran Dictaduras que paralelamente al plan de exterminio reestructuraron la sociedad y el Estado imponiendo modelos neoliberales asentados en la deuda externa, en la extranjerización de la economía, disminuyendo la participación de los trabajadores en el PBI.
El comienzo de los años 80’s es el punto de aparición de la Democracia Deliberativa, momento que coincide con la nueva orientación del Departamento de Estado Norteamericano en el sentido de emprender el rediseño de Latinoamérica basándolo en democracias formales y sumisas que no cuestionaran los aspectos económicos implementados por los gobiernos de facto.
Las razones del rediseño tuvieron en cuenta, por un lado el desgaste de esas dictaduras que habían implementado políticas económicas de ajuste y hambre; por otro lado el horror que ellas desataron ya no podía ocultarse. Existía otro aspecto, tal vez el más decisivo: el discurso militar basado en la patria y los valores nacionales resultaba contradictorio (más bien vallaba) el deseo de profundizar las privatizaciones en los sectores de interés para el establishment económico.

La nueva estrategia necesitaba que las democracias latinoamericanas por nacer estuviesen dotadas de una clase política ascéptica, racional, tecnócrata y desideologizada, necesariamente débil, que alternara entre expresiones de centroderecha y socialdemócrata. Las nuevas democracias debían adecuarse a un bipartidismo o bien a un sistema donde figuras y fuerzas políticas se alternaran y se desgastaran; donde se mantuviera el status quo y los costos políticos por la ausencia de cambios se diluyeran a través del mecanismo de alternancia.
En este nuevo horizonte, la Doctrina de la Seguridad Nacional debía ser temporalmente archivada dando lugar a una herramienta que tuviera rasgos adecuados al nuevo discurso, con la suficiente ambigüedad para legitimar a unos y otros actores de las nuevas democracias.

En el plano teórico la Democracia Deliberativa no debiera ser objeto de mayores impugnaciones y de hecho una gran mayoría de constitucionalistas jóvenes (las nuevas generaciones) adhieren a esas ideas. Pero recorrer el camino de su ficción teórica a la realidad (a la praxis política y a la experiencia) enciende luces rojas y señales de "Danger" and "Warning".

La realidad latinoamericana post-dictadura revelaba sus nefastas consecuencias: desapariciones forzadas, torturas, destrucción de vidas y familias, disolución de lazos gregarios, exacerbación del individualismo y del "no te metás". A su lado, el correlato económico mostraba destrucción de la industria nacional y fuentes de trabajo, apropiación de la renta nacional por grupos económicos concentrados, posiciones dominantes, oligopólicas y monopólicas; una pesada deuda externa condicionaba la independencia nacional en la toma de decisiones.
Cualquier política dirigida a obtener el bienestar general no podría alcanzarse bajo ese estado de cosas. Es fácil darse cuenta quiénes serían los intereses y sectores afectados; indudablemente los ejecutores materiales e ideológicos de la Dictadura y los aliados-beneficiarios del modelo económico implementado.
El planteamiento de la Democracia Deliberativa, su modelo de discusión y deliberación, su piedra basal de que las decisiones políticas sólo pueden ser legítimas a partir de incluir la participación activa de todos los potencialmente afectados, su aplicación práctica, implicaba colocar en un plano de igualdad a quienes no lo son.

Quienes violaron los derechos humanos desde el control del Estado iban a resistir por su impunidad, quienes se beneficiaron con el modelo económico iban a resistir sus posiciones dominantes, quienes adquirieron títulos de la deuda externa de esa Dictadura iban a resistir la posesión de su "acreencia soberana".

Reconocer que la democracia naciente estaba asediada por el poder militar y económico de aquél entonces, es una verdad de perogrullo. De hecho, el levantamiento militar que arrebató la ley de obediencia debida -por un lado- y el golpe de mercado que acabó con la Presidencia de Alfonsín -por otro lado- son prueba irrefutable de esa realidad.
Una cosa es reconocer las debilidades del poder democrático surgido en 1983, sus limitaciones y condicionamientos, su incapacidades objetivas y subjetivas. Una cosa muy distinta es haber lanzado la teoría de los dos demonios -un plano de igualación moral- para construir la impunidad de quienes se apoderaron de la totalidad del aparato del Estado: las FFAA, sus socios civiles, los grupos económicos, sectores importantes de la iglesia y de los medios de comunicación.

La pretendida simetría entre el terrorismo estatal y las organizaciones que actuaron en la década del 70 (Montoneros, ERP), no resiste el menor análisis porque éstas últimas nunca fueron reconocidas dentro del status internacional de fuerza beligerante; por el contrario la asimetría es evidente cuando se repara que el terrorismo estatal se valió de funcionarios y edificios públicos (como la ESMA) sostenidos con los impuestos de los contribuyentes.

La construcción de un plano valorativo horizontal también sirve a la sustracción de los motivos y sentidos de la violencia estatal porque -como dice Daleo- se edifica una visión de la dictadura militar bajo el papel de la justificación; su violencia (el terrorismo de Estado) es consecuencia de una violencia que le precede (el accionar de las organizaciones), y su proyección hacia adelante excluye las inspiraciones políticas (ultra-intenciones) de la apropiación del aparato estatal.

Así, el Estado en manos de las FFAA logró poner todos los recursos (erario, impuestos, servicios públicos) al servicio de la aniquilación ideológica donde los modos comisivos revelan su cercanía al genocidio.
La desaparición forzada, el robo de bebés, el cambio de identidad, los fusilamientos masivos, las sepulturas en fosas comunes, la apropiación de bienes muebles e inmuebles de las víctimas, la falsificación de instrumentos públicos; todos fueron modos comisivos sistemáticos, como fue sistemática la negativa del servicio de Justicia (denegación de habeas corpus, funcionarios judiciales cómplices, etc.).

La simetría planteada bajo la teoría de los dos demonios, también sustrae -vaya paradoja- el debate y la discusión sobre la estructura económica edificada durante la dictadura militar y los intereses consolidados bajo ella. Luego, esos intereses se amparan en "la continuidad jurídica del Estado", "la seguridad jurídica", y en definitiva no pueden ser rozados.

No hay y no puede haber igualación entre la violencia estatal con la violencia privada. La primera produjo resultados y consecuencias concretas sobre la reestructuración política, social y económica del país. La segunda nunca llegó a plasmar el fin revolucionario y -en rigor- no tenía posibilidades de lograrlo al momento del Golpe.

Ratificando su visión consensual de la democracia, Nino llegó a conjeturar:
«Si tanto la izquierda como la derecha se hubieran reunido y discutido sus preocupaciones y el gobierno hubiera explicado que su intención era juzgar a docenas y no a un puñado o a cientos, el proceso subsiguiente hubiera sido mucho menos conflictivo» (Radical Evil on Trial, Yale University Press, 1996, pág. 61).
Durante su presidencia en la Cámara de Diputados, Juan Carlos Pugliese fue un extraordinario forjador de consensos, los cuales lograba a partir de una autoridad moral altísima (transparencia y honradez intachables). Alfonsín lo convocó al Ministerio de Economía desempeñándose brevemente (45 días) durante 1989 en pleno momento del Golpe de Mercado Hiperinflacionario.
«Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo», dijo Pugliese para referirse a la incomprensión que le dispensó el sector empresario ante su propuesta consensual.

Estas pretensiones -erróneas, mágicas y voluntaristas- ponen en evidencia las tremendas dificultades que enfrenta una praxis política basada en la Democracia Deliberativa porque se niega a reconocer la naturaleza antagónica de las identidades y pertenencias políticas. (Chantal Mouffe diría «la naturaleza de las identidades colectivas siempre implican una discriminación nosotros/ellos»).

La teoría de los dos demonios tiene un carácter eminentemente antipolítico porque son igualados el terrorismo de Estado con los métodos violentos de las organizaciones de los 70's haciendo abstracción de su "backstage"; ha sido una herramienta muy útil e ingeniosa para encubrir y poner fuera de la discusión y del debate el verdadero rol de la dictadura, así como sus consecuencias (condicionantes y limitantes) sobre la independencia y autodeterminación de los pueblos (sobre la democracia misma).

Aunque el planteo de los dos demonios ya no reverbera como antes, el tema cobra actualidad cuando el Centro de Información Judicial (CIJ) nos muestra que su gran metida de pata puede cubrirse echando mano a la noticia -justo el 24 de marzo- del fallo que sobreseyó a Mario Eduardo Firmenich, Marcelo Kurlat, Horacio Verbitsky, Laura Silvia Sofovich, Miguel Ángel Lauletta, Norberto A. Habegger y Lila Victoria Pastoriza, en una causa donde «En rigor no hay pruebas de las circunstancias que rodearon el hecho, ni elementos de juicio que permitan fundar mínimamente una sospecha respecto de las personas que sindica la parte querellante» (dice el voto en minoría de Madueño).

Empece los deseos de esconderlo, este 24 de marzo ratificó -otra vez- que hubo un único demonio.

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